Nariz: El roble europeo, tras su letargo en la oscura y silenciosa bodega, despierta el olfato antes de admitir con reservas las notas intensas de frutas secas y una pizca atrevida de melaza. Aparecen tímidamente toques dulces, y a continuación se reafirma el olor a roble, pulido y envejecido.
Paladar: Una ráfaga de jengibre, nuez moscada y resina anuncian las notas de naranja, pasas sultanas y uvas pasas con su dulzor moderado pero penetrante. El clavo aparece fugazmente y deja al roble su indiscutible protagonismo.
Final: El final es prolongado, persistente e indeciso.
Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.